miércoles, 13 de junio de 2012


¿Qué soy?

Es típico que en un funeral llueva, este no era la excepción, “Trágica muerte de una menor”, eso decían los periódicos, otros decían “Otro fallecimiento de una niña”, otros caían en la crueldad; no a todos les era extraño que una niña falleciera…
¿Lugar y momento equivocado? Puedo asegurarlo. Los periódicos daban dato que una niña de tan solo 9 años de edad había sufrido un terrible accidente por un hombre que no tenia control sobre el volantes de un flamante carro deportivo por el exceso de wiski. La anfitriona del funeral, la niña que había agonizado en el cemento, mi hermana, yacía acostada en el féretro.
Mi madre lloraba frenéticamente mientras mi padre hacia un esfuerzo inútil por tranquilizarla, después de todo mi hermana no saldría de ahí para entrar a mi cuarto sin permiso, dormir en las piernas de mamá, sentarse en la sala a “leer con papá”, para dormir conmigo cuando los fantasmas la asustaban, para hacernos reír.
¿Por qué a pesar de todo eso no lograba llorar como cualquier hermana haría por la falta de su compañera de juegos y risas?
La culpa iba creciendo cada vez mas y mas en mi interior, pues todos lloraban bajo su paraguas negro, todos excepto… un sujeto, y su atención no estaba ni siquiera el hoyo en el reposaba mi hermana, su atención estaba totalmente en mi y solo en mi.
Al principio intente ignorarlo y concentrarme en lo que el sacerdote decía, pero su mirada en verdad me atravesaba, siempre volvía a verlo y a encontrarme en sus ojos, solo que, ahora me sonreía mostrándome una lustrosa dentadura blanca.
Mis papas estaban tan absortos en su dolor que ni siquiera notaron cuando me escabullí entre la familia, amigos y personas con curiosidad morbosa. Me dirigí con aquel muchacho alto, rubio y muy atractivo.
Me intercepto a medio camino y en su rostro vi la misma sonrisa que minutos antes también me había mostrado, hermosa.
-¿Qué es lo que quieres?
No sabía exactamente si la que pronunciaba esas palabras era yo o alguien que se había apoderado de mi boca.
-Directa, eso me agrada.
Su voz era como aterciopelada, realmente interesante.
-Aún no me respondes.
Su mirada me examinó de arriba abajo sin eliminar ni un momento su atractiva sonrisa.
-¿Eres de esos turistas que creen que mi hermana es una atracción?
-Soy tu futuro-su voz fue mas como el susurro del viento en mi oído.
-Idiota.
Como podía creerme ingenua, tenia 16 años no 6, era hasta tonto creer que no era otro turista con ganas de fastidiar.
-¿Quién te dijo ingenua, Ángela?
Mis ojos se abrieron de par en par, ¿Cómo sabia mi nombre?, ¿Cómo sabia lo que pensaba?
-¿Qué eres?
-Ya te lo dije, tu futuro.
-¿Mi futuro?